sábado, 16 de mayo de 2009

En algún lugar del corazón

enelsuelo Dicen que el tiempo es el olvido. Una máquina implacable capaz de asfaltar casi todos nuestros recuerdos. Personas, momentos, situaciones. Todo acaba siendo triturado por el discurrir del tiempo. Bueno, casi todo. Siempre hay posos escritos con tinta indeleble. Serigrafiados permanentemente en algún lugar del corazón. Hoy se cumplen ocho años de la Final de la UEFA que el Deportivo Alavés disputó ante el Liverpool.

Ocho años han pasado ya desde aquel 16 de mayo de 2001. Ese día, en el que un equipo para la historia, formado de retales de descartes y cohesionado para la ocasión ofreció una batalla épica a uno de los clubes con más lustre del Viejo Continente en una de las mejores finales europeas jamás jugada. Ese día, en el que miles de aficionados alavesistas empaquetaron sus sueños hacia Dortmund. Ese día en el que media España vibró, disfrutó y lloró con el Alavés.

Siempre que llega este día, mi mente y mi alma regresan a aquel día. Resulta inverosímil la cantidad de recuerdos grabados. El torrente de memorias procedentes de Alemania. El buen ambiente entre las aficiones, aquella bufanda que intercambié con ese anónimo hincha inglés, los inolvidables cánticos reds, impregnados de historia, tradición y emoción, que contrastaban con los ilusionados y todavía incrédulos vítores de los vascos.

Fue simplemente increíble. Y lo del partido ya fue inenarrable. La verdad es que no me he sentado a verlo de nuevo. Mi única versión integra del partido es la que pude ver desde la Fila 1 del segundo anfiteatro de la Westtribüne del Westfallen Stadium. Por que como dijo Valle-Inclán, ‘’las cosas no son como son, sino como las recordamos’’.

Y los recuerdos, esos sí deflagrados por el tiempo y propios de la bisoñez de un chico de trece años, me evocan a un partido de ida y vuelta. Una película que comenzó con dos goles del Liverpool antes de los quince minutos. Babbel y un imberbe Steven Gerrard clavaban dos puñales directos a las esperanzas del Alavés. El ambiente y el escudo del rival acogotaron al Alavés, que parecía iba a languidecer durante 75 minutos.

No fue así. Contra arrancó por la derecha. El mejor lateral diestro del año puso un balón medido a la cabeza de Iván Alonso, que empujado por todo un país se elevó y metió al Deportivo Alavés en la Final. Pareció algo pasajero y aparentemente carente de valor cuando McCallister metió un penalti perfectamente forzado por Michael Owen en el descuento de la primera parte.

Tenía pinta de definitivo. No lo fue, y lo que ocurrió en la segunda parte fue delirante. Javi Moreno empató el partido en cinco minutos, y Jordi Cruyff forzó la prórroga en las postrimerías del partido. Era la tercera vez que el Alavés regresaba al partido. La tercera vez que se negaba a despertar. El desenlace fue cruel. Niños y adultos llorábamos al tiempo que aquel balón fatalmente peinado por Geli se introducía lenta pero inexorablemente en la portería de Martín Herrera.

La crueldad del fútbol se ensañó con el Alavés. Un gol de oro desgarrador y abofeteador que terminó con esa aventura que con expectación, ilusión y exenta de cualquier tipo de obligatoriedad comenzó en septiembre. Inter de Milán, Kaiserslautern y Liverpool fueron los testigos de excepción de un equipo, que durante todo un año embalsamó de ilusión a sus seguidores, les regaló recuerdos para toda una vida y se codeó con los más grandes de toda Europa.

8 comentarios:

jametxo dijo...

Precioso artículo. Para un vitoriano (aunque no se sea del Alavés) supone volver al uno de los días más emocionantes que nos ha dado el fútbol en la capital. No tuve la suerte de estar en el Westfallen, pero a lo largo de estas líneas se le acerca esa experiencia al lector. Enhorabuena angulovick y esperemos que el Alavés mantenga la categoría.
Un saludo.

sergio dijo...

Vaya partidazo...y mira k yo pensaba k owen y cia les iban a meter una goleada pa flipar...

Ese dia kreo k me hice un poco del alaves...bueno, ese dia creo k toda españa se hizo un poco del alaves...

PD: Manda webos k te acusen de culé jajaja

Duke_07 dijo...

Y encima perdieron por un gol de oro en propia puerta...

Cuando dices "Y los recuerdos, esos sí deflagrados por el tiempo y propios de la bisoñez de un chico de trece años, me evocan a un partido de ida y vuelta.", te refieres a ti, ¿no? Haciendo una simples cuentas eres del 88, 21 años y qué manera de escribir, Angulovick.

Saludos

Sé Deportivo dijo...

Como bien aputais, el partido fue un autentico partidazo. Como apunta Jametxo, un día imposible de olvidar en Vitoria.

@ Sergio: ya ves, me acusan de cule, que será lo próximo? jeje

@ Duke: Muchas gracias hombre, todo es práctica y un poco de ganas¡¡ Si, me refiero a mi. Tengo ahora 21, pero para 22. Del 87.

Un saludo y gracias a los tres por los comentarios cracks¡

Elio dijo...

Fenomenal artículo para recordar un partido para la historia. Yo vibré emocionado y maldije a la mala suerte del Alaves, pero así es el fútbol.

Sé Deportivo dijo...

Muchas gracias Elio. Desgraciadamente, y como dices, el Alavés vivió la esencia del futbol. La cruel, pero esencia al fin y al cabo.

Un saludo

Anónimo dijo...

Pensé que el gol en propia puerta lo marcó Desio

Sé Deportivo dijo...

@ Anónimo: Fue Geli, desgraciadamente, creo que nunca lo olvidaré.

Un saludo

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