El fútbol siempre graba indeleblemente en la retina de los espectadores momentos e imágenes. Bonitas o desagradables. De éxito o de fracaso. Inolvidables al fin y al cabo. La lesión de Cazorla y su coincidencia con la eliminatoria contra el Arsenal ha devuelto a Eduardo Da Silva a mi cabeza. Hace más de un año, una instantánea dio la vuelta al mundo. El delantero del Arsenal se retorcía de dolor con el tobillo espeluznantemente destrozado. El joven jugador brasileño nacionalizado croata veía su progresión truncada y su carrera herida de muerte. Fueron muchos los que pusieron en duda su vuelta. Como el propio futbolista reconoció, la entidad de la lesión fue tal que podía haber perdido la pierna. He de confesar que yo mismo era escéptico en cuanto a sus posibilidades de regresar, sin embargo, Da Silva ha demostrado que tiene una voluntad de hierro, un amor por el deporte a prueba de bombas y una capacidad de sobreponerse a los contratiempos tremenda. El 17 de febrero, 358 días después de su lesión, Eduardo Da Silva recuperaba la sonrisa. Volvió a los campos y lo hizo con dos goles. Su mayor victoria fue vestirse de nuevo de corto. Además de su exitosa vuelta, ha metido más goles importantes para el Arsenal y ha regresado a la selección croata. Esta noche no estará en el Madrigal por problemas físicos. Tampoco ha viajado Van Persie. No obstante, y ahora que vemos al internacional Santi Cazorla andando ayudado por unas muletas tras su grave lesión de peroné, el caso de Eduardo Da Silva es sin duda un espejo perfecto. Un ejemplo constatable de lo que la medicina deportiva y especialmente la perseverancia pueden hacer por la carrera de un jugador. |
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